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¿Otro año difícil para América Latina?

Eduardo Castejón, egresado en Estudios Liberales por la Universidad Metropolitana y se especializa en América Latina y su relación con China.-

Latinoamérica ha tenido, en promedio, una década difícil en materia económica. Luego del boom de commodities de la primera década de los 2000, el año 2019 se presentó como uno de enormes dificultades, sobre todo para otrora grandes economías como Argentina, Brasil y Venezuela, por lo que todo apunta a que 2020 podría ser aún más complejo.

Fuente: CaribbeanNews

Luego de la famosa “década perdida” de 1980, Latinoamérica tuvo un repunte regional entre los años 2000 y 2013, esto dado principalmente gracias al auge de China y las potencias asiáticas emergentes, que demandaron muchas materias primas, o commodities, a la región: desde la soya brasileña, pasando por los minerales chilenos y mexicanos, hasta el petróleo venezolano. Este auge económico coincidió con una viraje a gobiernos de izquierda que tal como resalta “The Economist” en su informe sobre la región a principios de año- usaron la bonanza para aplicar políticas de subsidios que, si bien hicieron avances en la reducción de la pobreza, fallaron en hacer reformas institucionales y de infraestructuras que permitieran un crecimiento duradero y a largo plazo.

Fuente:  BBC

No sólo la región no invirtió estos recursos, sino que se endeudó en gran medida, sobre todo con China, país que ha prestado a cinco países del subcontinente más de US$133.000 millones.

Esta situación tiene otras implicaciones políticas que pueden ser estudiadas en otras investigaciones, pero en primera instancia representa una deuda bastante significativa para la región, que atraviesa una racha no muy positiva en materia de crecimiento económico pues, según “The Economist”, al menos desde el año 2014 al 2019, este se ha visto estancado, lo cual aunado al continuado crecimiento demográfico, profundiza el tristemente célebre atributo de América Latina de ser la región más desigual del mundo.

Esta característica, aunada a las ya tradicionales críticas contra los gobiernos de estos países, detona las recientes protestas que marcaron los años 2017 y 2019. Esta tendencia afecta también al rendimiento económico, que deja a varios Estados con un alto riesgo-país, una conjunción de factores que deja a estas naciones rezagadas en la lista Doing Business. Finalmente, el crecimiento del año 2019 en la región, de acuerdo a la CEPAL, tuvo un promedio de 0,01%, liderado por República Dominicana (5,7%) y fuertemente anclado por Venezuela (-10%), todo ello corroborado por la “BBC”.

Fuente: The Economist

Ahora bien, en lo que va de año 2020 no se han registrado muchas protestas en la región, además de las secuelas del estallido de Chile en octubre de 2019. El gran peligro lo representa ahora el COVID-19; la pandemia que azota al mundo entero tiene ahora como epicentro a América Latina, donde lleva más de 100.000 muertos. La CELAG espera una caída del PIB de 5,3%, lo que aunado al mencionado rendimiento del año anterior, deja a Latinoamérica como una región en declive, que crece aún menos que países mucho más ricos, que suelen tener un crecimiento lento debido a su nivel de desarrollo.

Finalmente, una posible ventana de oportunidad es la salida de empresas de China, que la encuestadora analítica Gartner Inc establece en un 33%. En su mayoría éstas se estarían moviendo a India y al Sudeste asiático, especialmente Vietnam; de la región, apenas México podría captar parte de esos nuevos negocios y es debido a la renegociación del Nafta. En suma, lo que algunos autores veían como una ventana de oportunidad al final de una nueva década perdida parece evaporarse a medida que las economías más aventajadas se logran zafar poco a poco de la pandemia, mientras América Latina se muestra perenne en su tradicional inestabilidad y decepcionante desempeño.

Latinoamérica tiene muchos retos que superar, varios de ellos arrastrados desde hace décadas, por lo que se hace necesario una firme reforma institucional que aproveche su potencia en materia de recursos y población para construirse, para sí misma y para otras latitudes, un robusto mercado regional que dé oportunidades a sus habitantes y goce de un marco fiscal que apueste por la inversión privada.